Los productos ecológicos cada vez cuentan con más adeptos, a pesar de que su precio es entre un 20% y un 30% más elevado que los convencionales por la actuación de los intermediarios. Son más nutritivos y de máxima calidad, su proceso de producción respeta el medio ambiente y conserva la fertilidad de la tierra

El cultivo orgánico sustituye las sustancias químicas de la agricultura convencional por otras naturales, minerales y biológicas para el control de plagas y enfermedades, parte de semillas ecológicas y descarta la modificación genética.

Tanto la producción como las prácticas agrícolas aplicadas a los productos orgánicos deben garantizar el respeto del cultivo por el medio ambiente y la biodiversidad, basándose en el reciclado y en la rotación de cultivos y evitando además las hormonas y los antibióticos en los animales.

De acuerdo con el programa Quality Low Input Food, las frutas y verduras ecológicas contienen hasta un 40% más de antioxidantes y la leche biológica hasta un 60% más. El coordinador del proyecto Carlo Leifert, catedrático de la universidad británica de Newcastle, afirma que comer alimentos ecológicos equivale a comer una porción diaria extra de frutas y verduras.

Mercado creciente

Según datos de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, la facturación de estos productos se ha duplicado hasta situarse en 600 millones de euros anuales.
En España, el mercado ecológico tiene un gran recorrido alcista con viento a su favor. Es el segundo país europeo productor de alimentos ecológicos, por detrás de Alemania, y el octavo del mundo, si bien de momento exporta el 85% de ellos. Y es que el consumo nacional todavía no llega al 1% de la cesta de la compra, frente al 5% de países como Alemania, Francia o Italia.

La UE destina a cultivos ecológicos 6,6 millones de hectáreas, lo que supone más de un 4% de la tierra cultivable, por detrás de Australia y Argentina. La demanda internacional va en aumento, especialmente en EE.UU. y Europa, y el mercado mundial mueve por encima de 40.000 millones de dólares anuales. Una cifra que se espera supere los 60.000 millones de dólares en 2010, dado que la tasa de demanda de estos productos crece por encima del 20% interanual en Norte América y en buena parte de Europa.

La superficie de cultivo ecológico española aumenta a un ritmo medio anual del 15% con cerca de un millón de hectáreas, divididas fundamentalmente entre Andalucía – el gran motor ecológico nacional -, Aragón, Extremadura, Castilla-La Mancha y Cataluña. Los productos agrícolas que más superficie ocupan son los cereales, la leche y el vino. Sin embargo, sólo 9 de cada 100 españoles consumen productos orgánicos, bien debido a su precio más elevado o bien porque no les resultan tan atractivos, ya que no se cuida tanto su aspecto como su calidad.

En el mundo, Estados Unidos consume el 51% de los productos biológicos disponibles, la Unión Europea el 45% y el resto de países se reparten el otro 4%. Más de un 20% del consumo total lo acaparan las frutas y verduras.

Pesticidas, enfermedades y alternativas

Según los estudios llevados a cabo por la Red alemana de Acción contra Pesticidas (PAN), los pesticidas sintéticos pueden  provocar dolores de cabeza, náuseas, irritaciones de la piel y hasta infertilidad, cáncer y deformaciones, sin olvidar los 5 millones de casos de intoxicación por pesticidas contabilizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los pesticidas y los herbicidas artificiales no sólo matan a los microbios del suelo sino que además dejan residuos tóxicos. También amenazan la salud de los agricultores e interrumpen los ecosistemas naturales circundantes. Los fertilizantes químicos contaminan los lagos, las charcas, los ríos, y los acuíferos subterráneos.

Es decir, que al final los ingerimos tanto por el agua que bebemos como por las verduras que comemos. Sin olvidar la carne, porque el ganado también come y bebe. Tras años de consumo se acumulan en nuestro organismo dañando nuestra salud y haciéndonos más propensos a las alergias.

El control biológico de plagas, pestes, enfermedades y malas hierbas por medios naturales u organismos vivos cuenta con numerosas posibilidades, como ciertos hongos microscópicos. Por ello, empezar con una buena fertilización de nuestras tierras con compost natural, hará que las plantas crezcan con más fuerza y sean resistentes a las enfermedades.

En cuanto a aplicaciones concretas, por ejemplo las ortigas repelen a los insectos y se pueden plantar entre los cultivos del huerto para protegerlos. También se pueden utilizar en maceración, triturándolas bien para rociarlas después sobre las plantas. La hoja del tabaco seca y machacada también se puede esparcer por el lecho de las plantas y protegerlas así de pulgones y gusanos. Por otro lado, el ajo y la cebolla combaten a los ácaros, la albahaca repele la mosca del tomate, la hierbabuena es eficaz contra los piojos y los pulgones, las cáscaras de huevo en la base de las matas mantendrá alejados a caracoles y babosas, mientras que las mariquitas (coccinélidos, coccinellidae) son insectos que se comen a los pulgones y áfidos en general: jejenes, cocos, pulgas, piojos, ácaros y cochinillas que afectan a los cultivos. La lista es muy larga pero además existen en el mercado preparados naturales ya envasados de extractos de plantas.

Mayor concienciación

El aumento global de la demanda de los alimentos biológicos está ligado a la concienciación pública del impacto que pueden tener sobre la salud y el medio ambiente los productos agrícolas producidos de manera convencional.

Los consumidores de alimentos orgánicos apuestan fielmente por un estilo de vida cuyos pilares son la salud y lasostenibilidad ecológica, económica y social, independientemente de las limitaciones de la crisis.

Los productos ecológicos son más beneficiosos para las economías locales. El sistema de producción orgánico genera más empleo, pues requiere de mucha mano de obra, se basa en pequeñas explotaciones locales, la mayoría familiares, con lo que contribuye a sustentar economías rurales en lugares donde es difícil vivir de la agricultura y la ganadería industrial.

Además, los estudios sobre producción de alimentos con métodos orgánicos muestran incrementos en la productividad por hectárea, lo que desmiente la creencia de que la agricultura orgánica no puede hacer crecer la productividad agrícola. A su vez, los enfoques ecológicos permiten mejorar la producción local de alimentos con bajos costos, técnicas e insumos accesibles y libres de daño ambiental.

Según una evaluación de 286 proyectos en 57 países llevada a cabo por el Oakland Institute, se comprobó que los agricultores aumentaron su productividad una media del 79 por ciento al adoptar prácticas como el manejo integrado de plagas y nutrientes, los cultivos de conservación del suelo, la agroforestación, la recolección de agua en tierras secas y la integración de ganadería y acuicultura en los sistemas agrícolas.

Por citar alguno de los numerosos ejemplos, el uso de abonos verdes o compost (humus obtenido por descomposición de residuos orgánicos) en Brasil aumentó la productividad del maíz entre 20 y 250 por ciento y triplicó el de la patata en las difíciles regiones montañosas de Perú, Bolivia y Ecuador.

También en Etiopía las tierras fertilizadas con compost dieron rendimientos muy superiores a las tratadas con abonos químicos, mientras que en Honduras y Guatemala, 45.000 familias casi han quintuplicado los rendimientos mediante el uso de abonos verdes y de estiércol animal, cultivos de cobertura del suelo, franjas filtro de hierbas para capturar potenciales contaminantes y labranza entre hileras.

La Evaluación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD), un estudio de tres años publicado en 2008, sostuvo que se necesita profundizar en la investigación y la puesta en práctica de técnicas agro-ecológicas para enfrentar los problemas ambientales y elevar la productividad.

Aval de calidad biológica

La certificación ecológica es un procedimiento que permite verificar si un proceso productivo cumple con los estándares orgánicos. En la UE, para que un alimento sea certificado como orgánico más de un 95 por ciento de sus ingredientes deben tener este origen.

Desde inicios de 1990 en Europa existe la normativa ECC 2092/91, si bien cada país también ha elaborado sus propios certificados y organismos de control. En España cada comunidad autónoma tiene el suyo y a ellos se suman una serie de organismos privados.

Las autoridades competentes revisan regularmente las instalaciones productoras para asegurarse de que cumplen con los requisitos orgánicos y pueden ostentar el sello eco. Cada campaña agrícola recibe una inspección de los campos ecológicos, que deben estar claramente separados de los convencionales. Esta es la verdadera garantía de calidad para los consumidores que, en nuestro país y especialmente en Cataluña, cada vez se organizan más en cooperativas de alimentos ecológicos comprados directamente al productor.

Fuente: Ecogaia